Oscar de la Renta fue un sembrador. Desde siempre, sintió una especial atracción por el cultivo en todas las dimensiones del concepto. Cultivó naranjales, jardines y labró amistades que fueron como él: incondicionales. Desarrolló relaciones humanas a todos los niveles posibles. Plantó un esquema de filantropía que hoy en día es paradigma incomparable. En este canon de altruismo, importa más la perseverancia y el compromiso a largo plazo que la personalidad del que ejerce la responsabilidad de dar. Todo espacio para Oscar fue un terreno de cultivo donde debía plantar y enseñar la siembra.
Entre sus grandes pasiones se encontraba ayudar a los que más lo necesitaban, especialmente la infancia. En 1984, Oscar se involucra con el Hogar del Niño de La Romana. Desde ese momento fue una figura permanente de la institución y hoy lo sigue siendo. En 2014 abre en Punta Cana el Centro de Atención Pediátrica Oscar de la Renta, fruto y homenaje a su labor.
Por otro lado, ser mecenas de la cultura era algo que Oscar de la Renta ejercía sin discriminar géneros ni medios. Entre muchas otras maneras de incidir en lo cultural, fue parte de las juntas de dirección de The Metropolitan Opera, Carnegie Hall y Channel Thirteen/WNET. También apoyó a varias instituciones culturales como New Yorkers for Children y America’s Society y el Spanish Institute.
En 1996, Oscar comisiona una exposición de arte dominicano en Nueva York titulada Arte Moderno y Contemporáneo de la República Dominicana. Esta importante exposición tuvo lugar en el recinto de Park Avenue de America’s Society. Fue un evento trascendente. Para las artes dominicanas significó un espacio de visibilidad que nunca se había protagonizado en una ciudad como Nueva York. Marcamos con puntos suspensivos la influencia que no cesa de un ser humano muy especial. Evidenciamos la persistencia, continuidad y gran compromiso, quizás de los aspectos menos explorados en Oscar de la Renta. Es la parada de síntesis, donde la plenitud del legado se presenta, enfatizando su estatura universal.