Santo Domingo tiene una presencia protagónica en la vida de Oscar de la Renta. En una cándida conversación con Hugo Tolentino, su gran amigo, acerca de las características del Santo Domingo de los años 1940 y 1950, comentó que esa ciudad era literalmente un parque. Una ciudad que se caminaba de extremo a extremo, y en la que apenas se palpaba el discurrir del tiempo.
Oscar vivió su infancia y temprana juventud en un lugar donde todos eran vecinos. En este espacio se consolidan las ideas de familiaridad y arraigo, muy presente en el primer entorno del artista.
La cultura primaria de Oscar de la Renta, entendida como su contexto de origen y desarrollo inicial, es el eje de referencia que estructura, da unidad y dinamismo al resto de sus dimensiones. Es base para la consolidación de sus referencias, sistemas de trabajo y fuentes de producción creativa.
Su trayectoria se bifurca hacia Europa desde inicios de la década de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, que le acoge y nutre su ya amplio aval cultural. El impacto de esta primera migración del diseñador sobre la composición de sus nuevos referentes y, por lo tanto, de sus nuevas fuentes identitarias, incide también en su amplia percepción del espacio de pertenencia.
Al plantearse una correspondencia entre la persona pública y la privada, se establece también la trascendencia de los contextos formativos en la construcción de la identidad creativa del diseñador. Aquí nos acercamos a las raíces del ser humano e indagamos en las vertientes que le influyeron, su propia evolución y contexto: un necesario giro hacia el inicio de su historia profesional.